Michael Jordan
En
1981 ingresó en el equipo de la Universidad de Carolina del Norte, y ya
al año siguiente era elegido mejor jugador de la temporada. En el
verano de 1984, cuando Michael ya era conocido en Estados Unidos con el
apodo de "he can do it all" (puede hacerlo todo), formó parte de una de
las mejores selecciones norteamericanas de baloncesto que, bajo la
dirección del rígido Bobby Knight (entrenador de la Universidad de
Indiana), se alzó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los
Ángeles (1984), tras batir en la final a la selección española. El
quinteto estadounidense (Leon Wood, Michael Jordan, Sam Perkins, Wayman
Tisdale y Patrick Ewing) arrasó a todos sus rivales, con lo que la
aureola de Jordan comenzó a brillar en todo el mundo.
En
1984 fue fichado por los Chicago Bulls, equipo en el que permaneció a
lo largo de toda su carrera deportiva y con el cual obtuvo seis
campeonatos de la NBA. Máximo encestador en diez temporadas, obtuvo un
promedio de 32 puntos por partido, récord absoluto de la NBA, y fue
elegido mejor jugador en 1988, 1991, 1992, 1996 y 1998. Acudió a su
segunda cita olímpica en Barcelona 92, pero esta vez como miembro del
equipo profesional "Dream Team", con el que repitió el oro que ya
consiguiera como universitario en Los Ángeles.
En octubre de 1993, tras el asesinato de su padre, abandonó la
competición, pero regresó a la NBA en marzo de 1995 y se convirtió
nuevamente en la estrella de los Chicago Bulls. Consiguió para su
equipo un nuevo título en 1996. Cuando regresó, la NBA no le permitió
usar el número 23, que había sido retirado de los Bulls. Poco después el
supersticioso Jordan solicitó un favor especial y los responsables del
torneo le permitieron jugar con el mítico número. Otra de las numerosas
manías de este genial baloncestista es llevar debajo de la indumentaria
de los Bulls prendas de la Universidad de Carolina del Norte, en cuyo
equipo logró los primeros triunfos importantes.
Considerado
el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, dentro de la
cancha destacó por su rapidez, elegancia e inteligencia, y fuera de
ella, por su sencillez y honestidad. A principios de 1999 anunció su
definitiva retirada del deporte activo.
FILOSOFIA DE JORDAN
La Filosofía de Michael Jordan a sido una inspiración para muchos jugadores, que queremos ser como el y a lo largo de su vida a dejado muchas frases que podemos tomar como referencia no solo en el basquetbol, aplican en la vida misma:*Puedo aceptar el fracaso, pero no puedo aceptar no tratar.
*He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito.
*Nunca pienso en las consecuencias de fallar un gran tiro … cuando se piensa en las consecuencias, se esta pensando en un resultado negativo.
*Juego para ganar, durante las practicas o en un juego real, y no voy a dejar nada en el camino, de mi o mi entusiasmo para ganar.No estoy sudando durante tres horas todos los días solo para saber que es lo que se siente sudar.
*Si aceptas las expectativas de los demás, especialmente las negativas, entonces nunca cambiaras el resultado.
*Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasara, otras hacen que suceda.
*El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia gana campeonatos.
*Para tener éxito hay que ser egoísta, o nunca lo lograra. Y cuando llegue a su nivel mas alto, entonces hay que ser desinteresado. Mantengase accesible. Mantengase en contacto. No se aisle.
*Debes esperar cosas de ti mismo antes de que las puedas hacer.
*Mi actitud es tal que, si me empujas hacia algo que piensas es una debilidad, entonces daré vuelta esa debilidad percibida y la convertiré en una fortaleza.
*Solo juega. Diviertete. Disfruta el juego.
*Quien dice que juega al limite, es porque lo tiene.*Siempre he creído que si uno se pone a trabajar, los resultados llegarán tarde o temprano. No hago las cosas creyendo a medias. Sé que al hacerlo así sólo puedo esperar resultados mediocres. Por eso me concentro en los entrenamientos tanto como en los juegos. Es una actitud que se puede abrir y cerrar como si fuera un grifo. Sería imposible hacerme el tonto en los entrenamientos y después, al necesitar más empuje en el final de un juego, pretender que el esfuerzo se refleje.